El acné puede tener múltiples causas, algunas de las cuales incluyen:
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Producción excesiva de sebo: Cuando las glándulas sebáceas producen demasiado sebo, puede obstruir los poros y favorecer el crecimiento de bacterias, lo que lleva a la formación de granos.
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Acumulación de células muertas: La piel constantemente se renueva, pero a veces las células muertas no se eliminan adecuadamente y pueden obstruir los poros, contribuyendo al acné.
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Bacterias: La bacteria Propionibacterium acnés, que se encuentra de forma natural en la piel, puede proliferar en los poros obstruidos y desencadenar la inflamación que caracteriza al acné.
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Cambios hormonales: Los cambios hormonales, especialmente durante la pubertad, el embarazo o el ciclo menstrual, pueden aumentar la producción de sebo y contribuir al acné.
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Factores genéticos: La predisposición genética también puede desempeñar un papel en la susceptibilidad al acné.
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Factores dietéticos: Aunque la relación entre la dieta y el acné no está completamente clara, algunos estudios sugieren que ciertos alimentos, como los lácteos y los alimentos con un alto índice glucémico, pueden desempeñar un papel en su desarrollo.
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Estrés: El estrés puede desencadenar la producción de hormonas que aumentan la producción de sebo y la inflamación, lo que puede empeorar el acné.
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Productos para el cuidado de la piel: El uso de productos para el cuidado de la piel que obstruyen los poros o irritan la piel también puede contribuir al acné.